
LA CHARRITA ECO cuenta con el sello de calidad DEHESA SOSTENIBLE
En Santibáñez de Béjar, en pleno corazón de la dehesa salmantina, nació La Charrita.
Como una idea que iba mucho más allá de una simple granja que busca volver a las raíces y reconectar con el campo desde el mismo sustrato.
Este fue el sueño de Ángela María Hernández, que tras finalizar sus estudios y comenzar un negocio de interiorismo y ropa de hogar, decidió dar un giro a su vida y apostar por el campo.
Lo hizo junto a su hermano Francisco, con quien comparte ilusión y esfuerzo en este proyecto que respira sostenibilidad y respeto por la naturaleza.

La Charrita se concibe como un triángulo perfecto que une tres actividades principales: avicultura, apicultura y horticultura.
Una tríada de pilares que se retroalimentan y se cuidan entre sí para dar lugar a un modelo de economía circular real, donde nada se desperdicia y todo cobra sentido. De este modo, la huerta aporta vegetales de variedades singulares, las abejas garantizan la polinización y regalan miel de carácter único, y las gallinas (auténticas protagonistas) ofrecen huevos de un sabor y un color inconfundible.
La huerta, hoy “en barbecho”, ha sido siempre el germen de este proyecto familiar. Allí se cultivaron hortalizas ecológicas certificadas y variedades poco comunes en el mercado, como el pac choi, las mostazas orientales o tomates de formas y colores sorprendentes, desde el “cuerno de los Andes”.
La apicultura llegó después, con una forma de trabajar diferente a lo habitual, menos invasiva y más respetuosa con las abejas, sin traslados de “pastoreo”.
En lugar de mover colmenas de un lado a otro, se buscaban asentamientos donde las abejas pudieran disfrutar de distintas floraciones a lo largo de la temporada, reduciendo el estrés y ganando en calidad y matices en cada cosecha de miel. Una filosofía que, como todo en La Charrita, huye de lo masivo y apuesta por lo auténtico.
Pero la verdadera esencia de La Charrita está en su granja de gallinas, situada en el paraje de Las Lindes, un entorno privilegiado de la dehesa salmantina. Allí se levantó, con las manos de la propia familia, un gallinero construido con materiales cerámicos refractarios y aislantes de alta calidad, que garantizan el bienestar animal y la estabilidad térmica durante todo el año, tanto dentro como fuera de las dependencias del gallinero.
El resultado es un espacio pensado para cuidar a estas aves como merecen, con más superficie de la exigida por la normativa, tanto dentro del gallinero como en el parque exterior, al que acceden libremente y a voluntad todo el tiempo.
Huevos camperos con el sabor que recordabas
Actualmente, unas 1.200 gallinas de distintas razas —Isa, Legornh, Marans y Azur— conviven en esta granja familiar, regalando cada día huevos que sorprenden no solo por sus diferentes colores de cáscara, sino por la calidad de su interior.
Porque lo que hace especial a La Charrita no es únicamente la diversidad, sino el mimo que se pone en la alimentación. Su dieta está elaborada a partir de cereales de Salamanca, molturados en un molino artesanal de la provincia, lo que fortalece también la economía agrícola local. A esto se suma un aporte innovador y saludable: germinados de lentejas de La Armuña, una comarca famosa por sus legumbres. Una combinación que, junto con la supervisión de nutricionistas y veterinarios especializados, da como resultado gallinas sanas y felices, y unos huevos con más omega 3, magnesio, hierro y un color intenso que habla por sí mismo.
Cada decisión en La Charrita responde a un compromiso con la calidad y la transparencia. Por eso cuentan con controles nacionales de salmonela, analíticas periódicas de agua, pienso y gallinas, y un estricto plan de vacunación. Una labor silenciosa que el consumidor no ve, pero que se refleja en la confianza que transmite cada huevo.
Porque para Ángela y Francisco lo importante no es solo producir, sino ofrecer lo mejor de su trabajo, garantizando seguridad, sabor y respeto por el entorno y las criaturas.
El círculo se cierra cuando los subproductos de la granja, junto con restos vegetales y cáscaras de huevo, se transforman en un compost natural que nutre la huerta familiar. Allí, junto con la labor incansable de las abejas en la polinización, florecen los tomates, las hortalizas y las hierbas que completan el ciclo.
Un ciclo donde todo se aprovecha, donde cada elemento tiene su función, y donde el resultado son alimentos auténticos, ecológicos y de cercanía.

Procesado artesanal
La Charrita no es solo una granja: es un proyecto vital, un ejemplo equilibrado de cómo lo pequeño, lo familiar y lo local puede ser también dimensionado y extrapolado a otras escalas. Sin olvidar que el campo no entiende de festivos, que la producción no está mecanizada, con el esfuerzo que eso implica, y el tiempo.
Sus huevos son el reflejo de ese trabajo diario y silencioso, de la suma de conocimiento, esfuerzo y cariño. Huevos que llevan en sí mismos un pedacito de la dehesa, de su aire limpio, de sus ricas tierras y de sus gentes. Huevos que no solo alimentan, sino que regalan el sabor de una historia de compromiso, sostenibilidad y pasión por hacer las cosas bien.
En cada caja que llega a las mesas hay mucho más que un alimento: hay un proyecto que cree en la naturaleza, en la tradición y en el futuro.
Porque la filosofía de La Charrita es sencilla y poderosa: llevar un trocito de dehesa sostenible a cada ciudad y a cada pueblo.

Descubre sus productos
Miel y entresijos
Lorem ipsum dolor sit amet




La Charrita es “kidfriendly”
Además de producir nuestros tesoros ecológicos y camperos ofrecemos visitas guiadas para familias, escuelas o particulares, para retomar ese primer contacto con el campo, con lo rural, con los productos y alimentos tradicionales, y romper así barreras para una educación más holística y respetuosa con el medio natural.
Dónde estamos
Puedes encontrarlos en:
C/ Demetrio González, 37740 Santibáñez de Béjar.
A solo 45 minutos de Salamanca y a poco más de una hora desde Ávila.
+34 638 112 028
amhc1979@gmail.com